La migración es
un fenómeno que históricamente ha sido ocasionado por diversas causas. La idea
misma de fronteras y zonas limítrofes hace incluso de muchos de nosotros expectantes
y aventureros, ocasionalmente migrantes. Antes de empezar, nos corresponde
dejar en claro la diferencia que existe entre un migrante y un refugiado. Según
la Organización Internacional de Migración (OIM) a nivel internacional no hay una definición universalmente aceptada
del término “migrante.” Este término abarca usualmente todos los casos en los
que la decisión de migrar es tomada libremente por la persona, concernida por
“razones de conveniencia personal” y sin intervención de factores externos que
le obliguen a ello. Por otro lado, un refugiado, de acuerdo con la Convención
de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados, es una persona que "debido a fundados temores de ser
perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un
determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de
su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a
la protección de su país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia
de tales acontecimientos fuera del país donde antes tuviera su residencia
habitual, no pueda o, a causa de dichos temores no quiera regresar a
él"(…) .
Dejando en claro las diferencias entre estos dos términos
procedemos a demostrar como ellos son sujeto de pervertibilidad en el discurso político
y sus implicaciones en nuestra realidad actual. Así pues, en una primera parte
intentaremos una aproximación al problema de la ausencia de derechos que son
materialmente otorgados a los refugiados y en una segunda intentaremos esbozar
algunos de los inconvenientes que restringen por parte de las naciones el reconocimiento
de derechos.
Según el articulo 13 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos “toda persona tiene
derecho de salir de cualquier país, incluso del propio”. Guardando
coherencia con lo anterior, según la Convención para el Estatuto de los
Refugiados de las Naciones Unidas “no habrá
sanción por ingreso ilegal”. No obstante la existencia de estos derechos,
muchos críticos han llegado a concluir que aunque se tenga derecho a salir de cualquier
país, en nuestro mundo actual, esto no tiene otra consecuencia que no se
refleje en el llamado “derecho legitimo a
permanecer en orbita”. Esto lo que quiere decir es que los refugiados y los
migrantes materialmente solo llegan a tener la posibilidad de permanecer en un
espacio en medio de la nada, cual astronauta sin llegar jamás a alunizar,
porque no se es bienvenido en ninguna parte y por el contrario, se es condenado
al vacío con indolencia y despreocupación.
Según cifras publicadas por Le Monde más de 2000 hombres, mujeres y niños han fallecido en la
frontera en lo que lleva corrido el año 2015. Según la Organización
Internacional de Migrantes el Mar mediterráneo ha merecido bien su sobrenombre
como Cementerio de Migrantes, quienes proceden especialmente de Siria, Libia,
Sudán y Afganistán. Aquí es importante hacer una breve mención de lo que seria
el Plan Tritón, que en oposición a Mare
Nostrum desde noviembre de 2014 ha pretendido una intervención integrada de
la Unión Europea en lo que atañe al tema limítrofe. En principio su control no
excede jamás las 30 millas desde los territorios y según abiertas declaraciones
el foco de dicho plan “es el control fronterizo
y no el salvamiento de vidas”. ¿Qué podemos esperar, si públicamente se
declaran los fines de un plan que no tiene ni siquiera dejos de un proyecto
humanitario?, las conclusiones las dejamos al lector. La melancolía de la que
hablaba el escritor checo Milan Kundera en su obra La Ignorancia, en la que ésta se convierte en un letargo que nos
aleja de cualquier recuerdo de la tierra amada y nos condena a vivir con la ansiedad
y la preocupación constante por su destino, parece solo el menor de los males
en la cadena de infortunios que deben padecer los refugiados, huyendo de las
garras de la miseria y de la guerra parecen atravesar el mediterráneo solo para
naufragar en los navíos de la arrogancia humana y la que ha sido también
llamada una globalización selectiva.
Ahora bien, si es profundamente criticable el uso
caprichoso y celoso de los Estados para categorizar a quienes su suelo pisan en
refugiados, migrantes o incluso asilados, tergiversando el espíritu y la realidad
de estos conceptos, no podemos desconocer que la situación, esta lejos de ser
un problema menor para los Estados y los Gobiernos, quienes también de forma
legitima y en ejercicio del articulo 2 de la Carta de Naciones unidas deciden
soberanamente a quiénes y en qué condiciones van a abrir sus puertas. Según la
Oficina Europea de apoyo, en materia de asilo la cifra de solicitud de asilo
asciende a un 68% durante los primeros 5 meses del 2015, lo que hace la
situación compleja para la propia Unión. En Francia por ejemplo alrededor del
68% de la población se inclina por una política de repartición de cuotas de
migrantes a lo largo de la Unión Europea, así como también hay un relativo consenso
a cerca de la intervención militar en suelo Sirio contra Dáesh. El economista
Branko Mianovic ha dicho que la brecha económica destruye y según el Fondo monetario Internacional (FMI), la desigualdad social frena el crecimiento
(…) es
una plaga que carcome países y destruye sociedades, ¿qué hacer con la desigualdad?
En realidad este es un asunto que debería generar consciencia global, no solo en
la Unión Europea. Otro tema a analizar seria la responsabilidad histórica, sin
embargo, ese tema dista de la pequeña aproximación que este escrito sucinto
pretende dar al lector.
Según Levi Strauss ¿cuál es, entonces, el error en
el que con tanta frecuencia incurre nuestra cultura? “a fuerza de observar desde adentro las situaciones de nuestra
sociedad, esta pierde de vista el hombre y olvida que la realidad que la
constituye es pluridimensional”. Así pues, nuestro gran error, está en no
reconocer y abrazar la pluridimensionalidad de las culturas, llevándolo a otras
instancias; es ese gran error humano lo que nos hace querer tener fronteras,
elevar cercas o pretender incluso la edificación de murallas.
Entonces vale la pena preguntarse si este problema
internacional nos hace ver a las víctimas como migrantes o refugiados PERO todavía
mas importante seria indagar en nuestra propia consciencia y descubrir si somos
capaces de ver a las víctimas como SERES HUMANOS, dignos de respeto y merecedores
de nuestra empatía ante su difícil situación.
Mónica Andrea Avella Herrea
Miembro del Centro de Estudios Integrales en Derecho
(CEID)
FB: monisahfilo@hotmail.com
Estudiante Universidad del Rosario
Estudiante Université Paris 1- Panthéon Sorbonne.