LOS
JUEGOS DEL HAMBRE
En un paraje no muy remoto y en tiempos no muy
lejanos al nuestro, rodeados de innovaciones que parecen salidas de una novela
de H.G Wells, y bien adiestrados y acomodados en una civilización del
espectáculo como la que describe Vargas Llosa, aún miramos con desdén y de
forma secundaria los problemas de hambruna y miseria extrema que padecemos y no
nos atrevemos a pensar en el rol del Estado y de nosotros mismos en estos
juegos… los juegos del hambre.
¡Colombia tierra querida… himno de fe y alegría ! …
lo cierto es que al escuchar o decir esta frase, pienso en lo bella que es mi
tierra, pero también en las reservas de esperanza inagotables y de trabajo
arduo de las cuales debemos dotarnos para progresar en humanización. En un país
ecléctico, uno donde el realismo mágico no es un estilo literario sino una
forma de vida, mueren cerca de 30 niños de desnutrición en los dos primeros
meses del año en curso y se promedia que cerca de 898 niños padecieron de desnutrimiento
en La Guajira durante el 2015, según cifra oficial del ICBF (Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar)[1].
Según el PMA (Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas),
alrededor de 795 millones de personas en el mundo no
tienen suficientes alimentos para llevar una vida saludable y activa[2].
Eso es casi una de cada nueve personas en la tierra y la gran mayoría de
personas que padecen hambre en el mundo viven en países en desarrollo, donde el 12.9% de la población presenta desnutrición.
Lo cierto es que además de estas espeluznantes
cifras, la FAO guiada por The Six Pillars of Food Sovereignity, (Nyéleni, Mal) ha puesto de
presente que la soberanía alimentaria es el derecho de los
pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles,
producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio
sistema alimentario y productivo.
Aparejado
y en consonancia con el derecho de soberanía alimentaria, la Constitución Política de Colombia establece
el derecho a la alimentación equilibrada como un derecho fundamental de los
niños y en cuanto a la oferta y la producción agrícola se establecen los
deberes del Estado en esta materia. El CONPES Social 113 de 2008, enuncia que la
Seguridad Alimentaria Nacional se refiere a la disponibilidad suficiente y
estable de alimentos, el acceso y el consumo oportuno y permanente de los
mismos en cantidad, calidad e inocuidad por parte de todas las personas, bajo
condiciones que permitan su adecuada utilización biológica, para llevar una
vida saludable y activa. Adicionalmente el Decreto 2055 de 2009, crea la institucionalidad que
permite abordar la problemática de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN) en
forma integral y articulada, y crea la Comisión Intersectorial de SAN (CISAN).
Como es de esperarse, nuestras leyes son odas hermosas o declaraciones
de buenas intenciones espectaculares. Sin embargo, es necesario dotar de
espíritu, realidad y dientes a esas majestuosas disposiciones jurídicas. Así
pues, cabe preguntarse si “ la soberanía
alimentaria” ¿es una denominación que se
justifica porque sin producción local no hay seguridad?. Si la respuesta es
afirmativa, entonces se hacen necesarias políticas agropecuarias y campesinas
respetuosas y coherentes. Se hace imperativo un Plan Nacional encaminado en la producción
y alimentación de su gente, para que no haya más niños que repitan la historia
cantada por Serrat en la nana de las cebollas. Se hace indispensable articular
políticas de inversión, con planes y proyectos locales y regionales que
propugnen por una verdadera seguridad alimentaria.
Expectantes de ver que sucede y de contribuir desde este 2016 y en los años venideros, guardamos
la esperanza de que el marco jurídico presente y las declaraciones,
especialmente de la CELAC (Comunidad
de Estados Latinoamericanos y Caribeños) reafirmando su
compromiso de priorizar la consolidación e implementación del Plan
de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre para el 2025 sean
una realidad. Concluyo recordando que una
sociedad deseosa de cambiar sus realidades de violencia y pobreza extrema, que
límite casi con la misria no se puede permitir tanta indiferencia y aridez humana. Menos cuando los
martires de la ineficacia del sistema y de la falta de conciencia general son
las niñas y niños de estos juegos del hambre.
Autora, Mónica Andrea Avella Herrera
Estudiante Universidad del Rosario, Facultad de
Jurisprudencia
Estudiante Université Paris 1 – Panthéon Sorbonne
[1]El
Espectador ; ICBF detectó 898 niños
con desnutrición en La Guajira ; 11 de febrero de 2016, http://www.elespectador.com/noticias/salud/icbf-detecto-898-ninos-desnutricion-guajira-articulo-615975.
[2] WFP. Programa Mundial de Alimentos : Datos
del Hambre ; 2016, https://es.wfp.org/hambre/datos-del-hambre.
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