domingo, 10 de abril de 2016

LOS JUEGOS DEL HAMBRE

En un paraje no muy remoto y en tiempos no muy lejanos al nuestro, rodeados de innovaciones que parecen salidas de una novela de H.G Wells, y bien adiestrados y acomodados en una civilización del espectáculo como la que describe Vargas Llosa, aún miramos con desdén y de forma secundaria los problemas de hambruna y miseria extrema que padecemos y no nos atrevemos a pensar en el rol del Estado y de nosotros mismos en estos juegos… los juegos del hambre.

¡Colombia tierra querida… himno de fe y alegría ! … lo cierto es que al escuchar o decir esta frase, pienso en lo bella que es mi tierra, pero también en las reservas de esperanza inagotables y de trabajo arduo de las cuales debemos dotarnos para progresar en humanización. En un país ecléctico, uno donde el realismo mágico no es un estilo literario sino una forma de vida, mueren cerca de 30 niños de desnutrición en los dos primeros meses del año en curso y se promedia que cerca de 898 niños padecieron de desnutrimiento en La Guajira durante el 2015, según cifra oficial del ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar)[1]. Según el PMA (Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas), alrededor de 795​ millones de personas en el mundo no tienen suficientes alimentos para llevar una vida saludable y activa[2]. Eso es casi una de cada nueve personas en la tierra y la gran mayoría de personas que padecen hambre en el mundo viven en países en desarrollo, donde el 12.9% de la población presenta desnutrición.

Lo cierto es que además de estas espeluznantes cifras, la  FAO  guiada por The Six Pillars of Food Sovereignity, (Nyéleni, Mal) ha puesto de presente que la soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo.

Aparejado y en consonancia con el derecho de soberanía alimentaria, la Constitución Política de Colombia establece el derecho a la alimentación equilibrada como un derecho fundamental de los niños y en cuanto a la oferta y la producción agrícola se establecen los deberes del Estado en esta materia. El CONPES Social 113 de 2008, enuncia que la Seguridad Alimentaria Nacional se refiere a la disponibilidad suficiente y estable de alimentos, el acceso y el consumo oportuno y permanente de los mismos en cantidad, calidad e inocuidad por parte de todas las personas, bajo condiciones que permitan su adecuada utilización biológica, para llevar una vida saludable y activa. Adicionalmente el Decreto 2055 de 2009, crea la institucionalidad que permite abordar la problemática de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN) en forma integral y articulada, y crea la Comisión Intersectorial de SAN (CISAN).

Como es de esperarse, nuestras leyes son odas hermosas o declaraciones de buenas intenciones espectaculares. Sin embargo, es necesario dotar de espíritu, realidad y dientes a esas majestuosas disposiciones jurídicas. Así pues, cabe preguntarse si  “ la soberanía alimentaria” ¿es  una denominación que se justifica porque sin producción local no hay seguridad?. Si la respuesta es afirmativa, entonces se hacen necesarias políticas agropecuarias y campesinas respetuosas y coherentes. Se hace imperativo un Plan Nacional encaminado en la producción y alimentación de su gente, para que no haya más niños que repitan la historia cantada por Serrat en la nana de las cebollas. Se hace indispensable articular políticas de inversión, con planes y proyectos locales y regionales que propugnen por una verdadera seguridad alimentaria.

Expectantes de ver que sucede y de contribuir  desde este 2016 y en los años venideros, guardamos la esperanza de que el marco jurídico presente y las declaraciones, especialmente de la  CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) reafirmando su compromiso de priorizar la consolidación e implementación del  Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre para el 2025 sean una realidad. Concluyo  recordando que una sociedad deseosa de cambiar sus realidades de violencia y pobreza extrema, que límite casi con la misria no se puede permitir tanta  indiferencia y aridez humana. Menos cuando los martires de la ineficacia del sistema y de la falta de conciencia general son las niñas y niños de estos juegos del hambre.

Autora, Mónica Andrea Avella Herrera
Estudiante Universidad del Rosario, Facultad de Jurisprudencia
Estudiante Université Paris 1 – Panthéon Sorbonne



[1]El Espectador ; ICBF detectó 898 niños con desnutrición en La Guajira ; 11 de febrero de 2016, http://www.elespectador.com/noticias/salud/icbf-detecto-898-ninos-desnutricion-guajira-articulo-615975.

[2] WFP. Programa Mundial de Alimentos : Datos del Hambre ; 2016, https://es.wfp.org/hambre/datos-del-hambre

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